La Inteligencia Artificial

Reflexión sobre el uso de la Inteligencia Artificial y su relación con el mérito y esfuerzo

David Rey Roinssard

11/2/20251 min leer

Tecnología, esfuerzo y criterio: por qué la IA no te hará más listo si tú no lo eres previamente.

La tecnología avanza para que el futuro cueste menos esfuerzo que el pasado. Eso es bueno. Salva vidas, reduce errores y nos permite dedicar el cerebro a lo que de verdad importa. La medicina ilustra la jugada: de confiar en el ojo clínico aislado pasamos a apoyarnos en protocolos y diagnóstico por imagen. ¿Son peores los médicos? No: son distintos. Menos artesanía solitaria, más decisión informada en equipo y con datos.

Cada salto técnico “apaga” saberes. El sextante se guarda en un cajón cuando el GPS hace rutas más seguras. ¿Perdemos algo? Sí: resiliencia cuando la magia falla y cultura del oficio. Y, sin embargo, hoy levantaríamos una pirámide si quisiéramos; lo que se perdió no es la capacidad, sino el cómo exacto de quienes lo hicieron.

Aquí entra la educación. Educar no es sufrir por deporte; es aprender a disfrutar del esfuerzo con sentido, a cultivar criterio para elegir herramienta, desconfiar cuando toca y asumir responsabilidad por la decisión final. El trabajo duro sin brújula es testarudez; la comodidad sin juicio, infantilismo.

La IA no convierte a nadie en inteligente. Amplifica lo que ya hay: al que piensa bien, le da alcance; al que no, le fabrica una ilusión de competencia. Usar IA sin inteligencia es jugar con un GPS que no sabes interpretar: llegarás “rápido” al sitio equivocado.

Y sí, nuestras instituciones deberían alinearse con esa realidad. Menos carreras por métricas huecas, más recompensa al que mejora procesos, comparte método y rinde cuentas. No es cuestión de títulos; es cuestión de valor creado.